El consumismo en tiempos de COVID

Han pasado ya más de tres meses desde que se decretaran cuarentenas en sus diversas modalidades, y nuestras vidas han cambiado en muchos sentidos, desde la más absoluta incredulidad, pasando por el temor, hasta llegar a la desesperación en algunos casos, o la simple aceptación.

Nuestro patrón de consumo, cambió de lo suntuoso a lo básico, de lo innecesario a lo absolutamente necesario, de lo exagerado a lo simple, pasamos de ver las necesidades secundarias “como primarias” en el sentido explícito, a tomar conciencia que existían las necesidades primarias y que son claves para todo lo demás.

Todo lo demás, según Maslow, son las necesidades sociales, las de estima y de autorrealización. Y ahora que se ven más lejanas, entendemos su importancia y valoramos con nostalgia en frases como “extraño un abrazo”, “extraño tomarme una chelita”, “un asado con los amigos”, “extraño viajar”, “salir al parque con mi hijo”. Pero lo más importante, cuanto extrañamos darle un abrazo a nuestra madre, a nuestro padre, a nuestros abuelos,  o llegar del trabajo y estrechar a quienes están en cuarentena sin cuestionarse “la trazabilidad de la posible infección”.

La naturaleza nos muestra que quizás más importante que una cierta idea de bienestar basada en modelos de consumo complejos, sería prudente contar con estructuras no tan globalizadas, que han demostrado el debilitamiento de naciones que estando bien orientadas al orden, valores  y disciplina para un crecimiento económico más viable para todos en libertad, se han volcado con base a criterios de derecho global y en el marco de la diversidad como paraguas, para sostener el hecho de que la opinión y acción de un grupo de migrantes (por ejemplo), pueden pretender presionar al gobierno por cambios segmentados, que logran un cambio Geopolítico importante, afectando muchas veces a personas que con  80 años de servicio al país, pierden oportunidades de beneficios sociales que se focalizan al nuevo “asunto por resolver” , como la migración sin control.

La pandemia, nos ha mostrado lo evidente. Tenemos un sistema de salud pública débil, un sistema de educación pública vulnerable y un sistema de gestión de la ayuda social con una  fiscalización  inadecuada. Pero era necesario dejar entrar a miles de migrantes que buscando una oportunidad, nos pillaron sin poder hacer mucho más gracias al desorden social provocado el 18 de octubre, y posterior pandemia mundial?

En más de tres meses, quedo atrás la idea de salir libremente, de salir tranquilo, de comprar seguro, de tener la pega segura; ahora muchos chilenos y migrantes pasan por el desencanto e incertidumbre, sin embargo, el COVID solo vino a acelerar un proceso que se inicio mucho antes.

Hoy somos menos consumistas  que ayer, pero quizás, más consientes hoy. La esencia es volver, no a destruir, sino más bien construir un nuevo consumidor, que se base más en el ser, y no tanto en el deber ser, primero soy luego consumo, y no consumo, luego soy.

 

Juan Andrade Araya.
El poder del consumidor